lunes, 30 de marzo de 2009




MONTESA



A pesar de que no existen pruebas documentales fehacientes, o al menos el tipo de pruebas que al parecer necesitan los historiadores más ortodoxos para atreverse a afirmar algo, personalmente pienso que existen, y mucho, indicios de que Montesa fue Templaría antes que Montesiana.
El rey Jaime II creó la Orden de Santa Maria de Montesa, con el fin de recoger en ella el espíritu Templario, llegando a un acuerdo con el Papa Juan XXII, (Bula Ad Fructus Uberis, 10 de junio de 1317), en la cual se dispone que todos los ex-Templarios que lo deseen pueden pasar a engrosar las filas de la nueva orden. Aunque hay historiadores que nos dicen que no hay documentación de que ni un solo Templario ingresara en ella, por supuesto, como tampoco la hay de que ingresaran en otras ordenes y sabemos que si lo hicieron, ya que la supresión de la Orden del Temple no incluía la perdida de los votos adquiridos de pobreza, castidad y obediencia, no suponía en ningún caso la secularización o la reducción de los ex-Templarios al estado secular.
Esta orden que en un principio se rigió según la regla de la Orden de Calatrava, en 1321 se acogió a la regla cisterciense, al igual que lo estuvieran los desaparecidos Templarios. Es elegido como primer Maestre a Guillermo Eril, hombre ya anciano pero muy experimentado en las artes militares, y perteneciente al Monasterio Cisterciense de Santes Creus, situado en una comarca de claro dominio Templario, sin duda este es otro dato a tener en cuenta.
Una impronta significativamente Templaría es la que encontré en el interior del Castillo de Montesa, una pieza de un capitel con la marca de la “Pata de Oca”, esta marca de cantarería era la utilizada por el gremio de constructores llamados los “Jares” (Ocas), este gremio era por decirlo de alguna forma, el grupo que oficialmente realizaba las construcciones del Temple.
La fortaleza de Montesa es de origen ibero y romano, aunque alcanzó su renombre con los árabes, utilizado como refugio por el Caudillo Al-Azraq ante el castillo de Játiva en manos de Jaime I, conquistado en 1277 por el rey Pedro III el Grande, quien lo legó posteriormente a su hijo Alfonso III de Aragón y I de Valencia llamado el Batallador, y a la muerte de este paso a manos de Jaime II. Pero, ¿Quién habitó dicha fortaleza hasta que fue cedida a la Orden de Montesa?, esto parece resultar tan obvio, como que la Orden de Montesa se creó con ex-Templarios. Lo que si está bastante claro es que quien regentase esta fortaleza antes de los montesianos, lo hizo de manera puramente militar, pues esta construcción hasta 1327-1374 no estuvo totalmente preparada para albergar a un núcleo monástico, pero esto tampoco es óbice para que no fuesen los Templarios sus moradores, un grupo reducido de caballeros y sus asistentes, monjes a la vez que guerreros, no necesitaba dependencias especiales para cumplir con sus obligaciones religiosas, estaban acostumbrados a llevarlas a cabo incluso en los campos de batalla.
Para terminar este artículo y completar nuestro puzzle, estimo que debería bastar el siguiente fragmento de la exaltación que de la Orden de Montesa hace el Prior de San George, Frey Hipólito De Samper, en su obra “Montesa Ilustrada” del año 1669 y que reproducimos conforme al texto original:
“No luzca el Farol Templario, pues en fu lugar fe fuftituye una de las mayores Antorchas de la Iglefia, Diamantino Efcudo de Feé, y afombro de las Sarracenas Lunas”.
Creo que esto no deja lugar a dudas, está claro que antes de nacer la nueva Orden de Montesa, un farol, el Templario, ya custodiaba los muros de este castillo de Montesa.



Por Federico Leiva

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